Els Joglars sí que te cura el reuma (Crítica- Señor Ruiseñor)

Los hay en Cataluña, aunque parezca mentira, que están hartos del proces. Y los hay, aunque parezca mentira, que se atreven a decirlo en voz alta. Els Joglars son unos de ellos y lo hacen, donde les dejan, en Señor Ruiseñor a través de la figura del pintor Santiago Rusiñol.

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«Els Joglars» homenajea la figura de Santiago Rusiñol. Foto:PepeH

En la obra que pudimos disfrutar en el Festival de Teatro, Música y Danza de San Javier acompañamos a Tomás, interpretado por Ramón Fontsere, un jardinero reubicado en el Museo Rusiñol como guía. Interpretando al artista ante los turistas se enamora tanto del personaje que hasta se aficiona a la pintura y se opone por completo a que el museo pase de estar dedicado al artista para hacerlo a la Identidad Catalana. Els Joglars hace una crítica satira al proces, a las promesas de este y a la actitud de ciertas personas que lo apoyan.

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En plena rehabilitación del Museo Rusiñol. Foto:PepeH

El texto, escrito por Ramon Fontsere, Dolors Tuneu y Alberto Castrillo-Ferrer, critica que se haya “arrancado y falseado el pasado” y que “solo se utilice una parte de conocimiento y de tradición que conviene”. No es la primera vez que Els Joglars lo hace, ya tocó el tema con Ubú, donde caricaturizaban a Jordi Pujol que también aparece aquí. Fonstsere y compañía no se cortan ni un pelo y hacen que Tomás se enfrente a todos los tópicos del nacionalismo llevados al extremo, sus jefas, que creen firmemente en que el cráneo de los catalanes es diferente al del resto de españoles, su compañero que no ve claro nada de esto pero asiente a todo para no ser acusado de español, el extranjero fascinado con el movimiento y hasta su mujer, andaluza pero independentista, que le asegura que hasta se le curará el reuma.

La acción transcurre en un escenario inclinado al que acompañan proyecciones entre las que podemos disfrutar de la serie Los jardines de España de Rusiñol a los que los jefes del museo quieren arrancar precisamente ese carácter unitario. Un escenario vacío que se llena con el ingenio y el buenhacer de los seis actores, juegos de sombras, coreografías imposibles, maravillosos juegos de luces y sobretodo una crítica sin ambages que hace que Tomás/Rusiñol se arrastre por el escenario lamentado la locura en la que se ha convertido todo esto. Els Joglars logra otra vez más hacer eso que tan bien se nos da a los españoles, coger nuestros propios problemas y reírnos de ellos.

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